Sociedad del consumo

¿Somos lo que consumimos? o ¿consumimos lo que somos?
Hoy se vive un desequilibrio constante dentro de esta sociedad, debido a que la diferencia entre la necesidad y el deseo se deteriora cada vez más por el cambio del valor funcional, al valor atractivo a finales de los 70s con el fenómeno social de la moda.
Entonces si existía el consumo de masas, pero este fue desplazado a un consumo diversificado donde los productos no dejan de ser usados por que pierden el valor funcional, sino por que dejan de ser atractivos, por lo tanto, la demanda es ahora más que nunca, de carácter social.
Una sociedad consumista se necesita mucho mas de los consumidores que los trabajadores, el individuo pierde cada vez mas su naturaleza y solo es visto como un ejecutor ó como un numero estadístico, solo con dos finalidades, la política(electoral) ó el comercio (consumo). Dentro de esta sociedad existen muchos factores a los que le podemos adjudicar el problema del consumismo, pero el mayor y más importante es la propia naturaleza humana.
“La compra de un producto nuevo, especialmente uno caro como un auto ó un ordenador, típicamente produce un inmediato estallido de placer y plenitud, y generalmente proporciona estatus y reconocimiento al comprador. Pero, a medida que la sensación de novedad se desvanece, el vacío amenaza de nuevo con volver. La solución habitual para el consumidor suele ser centrar su ilusión en la próxima y prometedora compra."
"¿Cuánto es suficiente?", "¿Para qué necesitamos todas éstas cosas?", o "¿Somos un poco más felices?".
Tratando el tema desde una perspectiva antropológica David Selva (Licenciado en Publicidad) nos dice que las necesidades humanas resultan infinitas, solo se ordenan jerárquicamente, los productos y servicios aparecen según las tendencias de la sociedad, el ser humano jamás se siente satisfecho, y estos productos y servicios son anunciados por la publicidad y otros medios de comunicación, por lo tanto la “publicidad no crea necesidades”, son trazadas por el propio ser humano, al llegar a una meta y luego buscar otra, podría definirse como el motor de nuestras vidas.
Pero la elección de dichos productos o servicios marcan diferencias entre las personas, establecen conductas y posicionan al individuo, lo hacen sentir perteneciente y diferente, por eso se habla de un cambio en la forma de vender un producto, actualmente las personas pertenecen a universos de marcas, absorbidos por corrientes culturales globalizadas y jerarquizadas, quebrando los lazos étnicos entre conciudadanos. Las marcas ya no marcan al producto, sino al consumidor.
“Hay quien exhibe un cocodrilo en su pecho para acentuar una determinada imagen social, ¿que hace preferible a este reptil frente a un pingüino o un cangrejo ermitaño?”.
Hace no mucho tiempo, la moderación y sencillez se consideraban virtudes. Pero ahora dos terceras partes de nuestra economía están basados en el consumo. A esto no se ha llegado por casualidad como lo vamos explicando desde el principio del post, en el mundo la sociedad de consumo la integran 1.728 millones de personas, el 28% de la población mundial y hay 2.800 millones de pobres. Aunque estemos integrados en una sociedad consumista, la cultura, la información y el conocimiento que tenemos en consecuencia de la globalización, suponen un importante freno respecto a los excesos del consumo.

Pensamos que la Sociedad del consumo por lo que entendímos apareció como consecuencia de la producción en masa de bienes ya que era más fácil fabricar los productos que venderlos. Es ahí donde entramos a tallar los diseñadores, publicistas, los de marketing y mas ya que tenemos relación con las necesidades y deseos de las personas.
La cultura de consumo convierte todo en artículo de consumo, incluyendo la verdad, el conocimiento y los significados que uno normalmente maneja. ¿Cómo lo hace? A través de la creación de imágenes, de estilos, del diseño de los productos que se alimentan de valores en su propio beneficio.
Por otro lado el consumo, gracias a la publicidad, se ha convertido en toda una institución, se trata de un consumo donde se le da más importancia a la apariencia, al envoltorio, más que al producto en sí, por ejemplo, en los perfumes, con ese diseño tan perfecto, donde ningún detalle se olvida, pero que, sin embargo, en su interior sólo guardan un perfume cuya pésima calidad deja mucho que desear.
sería ideal que tanto el empaque como el producto sean igual de perfectos :D

Yasmine -. Luigui